lunes, 15 de septiembre de 2008

El Triunfo de Marx (Parte 3)

La Revolución Cultural no es un hecho social concreto, que lo fue en la Gran Revolución Cultural Proletaria China de 1966-69, sino un proceso de transformación social que abarca un periodo histórico de la humanidad, el de la superación de las sociedades de clase, de las contradicciones entre campo y ciudad, contradicciones entre sexos, contradicciones entre trabajo manual e intelectual, contradicciones con la naturaleza; el tránsito a un nuevo tipo de sociedad humana. Por ello la Revolución Cultural no es un hecho nacional, sino internacional, con manifestaciones específicas en la mayoría de estados capitalistas desarrollados: La GRCP en China, el mayo del 68 francés, movimiento de derechos civiles en USA, procesos de tránsito de las dictaduras a estados democrático burgueses; e incluso los movimientos sociales que se dieron en los países socialistas, en la URSS, en las ex repúblicas soviéticas, los sucesos de Tiananmen, son parte de la Revolución Cultural. El hecho que, en la mayoría de los casos, política e ideológicamente respondan a posiciones liberal burguesas cuando no reaccionarias (la situación en Yugoslavia), no niegan la base objetiva de la Revolución Cultural. Conceptualmente, la Revolución Burguesa Capitalista, que tiene en la Revolución Francesa su máxima referencia histórica, responde a un periodo de transformación social, en la que la burguesía triunfa como clase e impone un nuevo modelo social, económico, político e ideológico: el capitalismo; es la etapa de la “Revolución Cultural Burguesa”. Periodo que abarca desde mediados del siglo XVIII, con el inicio de la Revolución Industrial en Inglaterra, continúa con la revolución americana, la revolución francesa de 1789, la independencia de las colonias americanas y culmina con las revoluciones europeas de 1848. Todo este periodo se caracteriza por una convulsa y compleja lucha de contrarios, donde, desde sectores de aristocracia feudal, sectores de burguesía mercantil, burguesía industrial, clases campesinas, pequeña burguesía, el proletariado; intentan tomar el control del Estado, para imponer su dominio de clase. Hay situaciones en las que las reaccionarias clases feudales, aristocracia feudal y sectores de burguesía mercantil vinculada al antiguo régimen, imponen su dominio político; son los procesos de “restauración absolutista”, aparentemente son retorno al antiguo régimen, pero en lo esencial, las condiciones objetivas, el imparable desarrollo de la industria capitalista en Europa, hacían inexorable el triunfo de la burguesía industrial, del capitalismo; y esta asesta el golpe definitivo en las revoluciones de 1848-1851. Este es el momento que marca el inicio de un nuevo tipo de revoluciones: las revoluciones proletarias, que impulsaran un nuevo programa de transformación social, el socialismo.

Cual es la peculiaridad de la Revolución Cultural Proletaria, de la revolución comunista; que aquí no hay una clase que pretenda imponer un nuevo modo de producción que responda a su interés (como la burguesía con el capitalismo), aquí hay una clase que tiene que poner las condiciones para su extinción y la de todas las clases; es el interés, no de un sector de la sociedad, sino de toda la sociedad misma. Esto necesariamente genera contradicciones entre sectores del propio proletariado que se resiste a desaparecer. El proletariado es tal, mientras subsista su base objetiva el capitalismo y con el capitalismo la ideología burguesa. El socialismo, es esa base objetiva capitalista que afirma al proletariado como clase. Solo con la superación del socialismo, el proletariado podrá avanzar hacia el comunismo. En el movimiento comunista, ha existido una errónea concepción; errónea por no dialéctica, de que el transito hacia la sociedad comunista era un proceso gradual, desde una sociedad socialista que se desarrollaba hasta alcanzar la sociedad comunista. Por el contrario Mao Tse Tung, desarrolló una concepción materialista dialéctica, en la que este proceso es una lucha de contrarios, donde el comunismo surgirá de la negación del socialismo. Veamos una muy esclarecedora cita de El Imperialismo y La Revolución de Enver Hoxha, en la que cita a Mao Tse Tung:
“Esta misma lógica ha conducido a Mao Tse-tung también a revisar la teoría marxista-leninista sobre las dos fases de la sociedad comunista."La dialéctica nos enseña que el régimen socialista, como fenómeno histórico, desaparecerá un día, del mismo modo que muere la persona, y que el régimen comunista será la negación del socialista. ¿Cómo puede considerarse marxista la aserción según la cual el régimen socialista y también las relaciones de producción y la superestructura del socialismo no desaparecerán? ¿No sería esto un dogma religioso, la teología que predica la eternidad de Dios?" De este modo Mao Tse-tung, al revisar abiertamente la concepción marxista-leninista sobre el socialismo y el comunismo, que en el fondo son dos fases de un mismo tipo, de un mismo orden económico-social, y que se diferencian únicamente por su grado de desarrollo y madurez, presenta el socialismo como algo diametralmente opuesto al comunismo.”
La cita que hace Hoxha de Mao, está extraída de Discursos de una conferencia de secretarios de comités provinciales, municipales y de región autónoma del partido. (Enero de 1957), y aunque la traducción difiere con la del tomo 5 de obras escogidas de Mao:
“Según la dialéctica, del mismo modo que el hombre tiene que morir tarde o temprano, también el sistema socialista, corno fenómeno histórico que es, ha de desaparecer un día, ha de ser negado por el sistema Comunista. Si uno afirmase que nunca desaparecerá el sistema socialista, ni las relaciones de producción y la superestructura socialistas, ¿en dónde habría dejado el marxismo? ¿No equivaldría esto a un dogma religioso, a la teología, que predica la eternidad de Dios?”,
en la cita de Hoxha, vemos claramente las dos concepciones sobre el desarrollo social; una visión gradualista, lineal, idealista y metafísica de la construcción del socialismo y el comunismo (que se desarrolla con la tercera internacional); y la concepción dialéctica, contradictoria entre socialismo y comunismo, que son la base ideológica, conceptual de la GRCP china. Esta es sin lugar a duda, la gran aportación de Mao Tse Tung al pensamiento humano, al desarrollo social de la humanidad. Desde esta perspectiva, explicar la revolución cultural como una revolución dentro de la revolución para evitar la restauración capitalista, obedece a una concepción idealista del desarrollo social. Desde un punto de vista materialista dialéctico, materialista histórico las sociedades se desarrollan por saltos, los saltos suponen lucha de contarios, cambios cualitativos en cuanto a la forma de producir y de relacionarse. Previo a este salto cualitativo, hay periodos de acumulación cuantitativa, que suponen desarrollo social. En dicho periodo, en las sociedades humanas hay lucha de contrarios, es esa lucha de contrarios la que provoca el desarrollo social, y a un determinado nivel de desarrollo social, se produce un salto cualitativo, una transformación profunda de la sociedad. ¿Acaso las leyes objetivas que subyacen en el movimiento de las sociedades humanas a lo largo de la historia, no operan con el proletariado, con el socialismo y el comunismo?. Quien manifieste lo contrario tiene una visión idealista de la historia.

La burguesía, el pensamiento liberal burgués, después de consolidarse como clase dominante, desarrolla una concepción gradualista de la historia, porque el gradualismo supone permanencia de lo existente, la perpetuación de su poder, del capitalismo como único modo de producir posible. Antes del triunfo definitivo de la Revolución Burguesa Capitalista, existió un periodo en el que la burguesía se desarrolla como clase, y desarrolla condiciones objetivas que la lleve al dominio político, ideológico y económico de la sociedad, al control del estado. Ese periodo es el de las Revoluciones Burguesas; triunfantes unas como la holandesa primero, tras vencer al imperio español y expulsarlo de los países bajos, la revolución inglesa de 1648 que triunfa sobre la monarquía y la nobleza feudal. Y otras derrotadas como los movimientos revolucionarios contra la monarquía española (revuelta campesina de Cataluña de 1640) y la Fronda contra la monarquía francesa. La Fronda, se podría considerar un intento de Revolución Burguesa contra el absolutismo en Francia en 1648, pero lo heterogéneo de los sectores implicados y los intereses que representaban: grandes aristócratas feudales, desplazados por el nuevo estado absolutista, que lo que pretendían era recuperar sus privilegios perdidos y amplios sectores del pueblo, campesinos y la emergente burguesía urbana, duramente golpeados por las hambrunas debidas a las malas cosechas y a los impuestos; condenaron el movimiento revolucionario a la derrota. La burguesía francesa adoptó una estrategia distinta a la burguesía inglesa y estableció una alianza con la monarquía absoluta francesa, que le permitió desarrollar sus intereses de clase y las condiciones objetivas para el asalto al poder y el desmantelamiento del estado absolutista en 1789. Políticamente las estrategias de la burguesía holandesa e inglesa son distintas a las estrategias de la burguesía francesa, fundamentalmente por condiciones objetivas de desarrollo de clase y fortaleza del estado absolutista francés. Sin embargo hay algo que es común a estos estados y es el desarrollo del mercantilismo como forma de organización económica. Con características específicas, en los estados en los que la burguesía es quien controla el poder, Holanda e Inglaterra; en los estados en los que la burguesía ha establecido una alianza con el absolutismo, Francia; y el resto de países europeos, en los que la burguesía tiene una escasa influencia y que darán origen a lo que el profesor K. Takahashi, en su esclarecedor artículo del ya clásico debate La Transición del Feudalismo al Capitalismo, ha dado en llamar, según termino de Engels, la “revolución desde arriba”, en la que son los propios estados absolutistas quienes impulsarán el desarrollo del capitalismo (Alemania en Europa y Japón en Oriente, constituyen dos casos particulares). China e India, en esta época, podrían entrar en la categoría de sociedades mercantilistas que no llegarían a desarrollar capitalismo por factores internos, sino por causas externas, el colonialismo de los estados capitalistas europeos. Hay elementos de análisis, que en lo esencial apuntan en ese sentido. El tema requiere un análisis específico, que arroje luz sobre el llamado modo asiático de producción.

El mercantilismo, es la base objetiva del desarrollo de la burguesía como clase, establece las condiciones objetivas para el triunfo del modo de producción burgués: el capitalismo; independientemente de las relaciones de poder que se establezcan en un determinado estado. En Inglaterra y Holanda, donde la lucha de clases llevó a la burguesía al control del Estado, la política mercantilista adquiere un mayor nivel de desarrollo. Sin embargo en Francia, a pesar del estado monárquico absolutista, la burguesía impuso su lógica y desarrolló una amplia política mercantilista, a través de un servidor de Luis XIV, como fue, al que Marx llamaba, el gran Colbert. Un magnífico trabajo de investigación sobre esta época, lo constituye La Epoca Mercantilista, del historiador sueco Eli F. Heckscher. El mercantilismo, es pues feudalismo, eso si una forma superior, desarrollada de feudalismo en el que se mantienen en lo esencial formas feudales de organización social. Al tiempo es capitalismo, porque presupone, mediante el desarrollo del mercantilismo, el triunfo de aquel. El mercantilismo responde a una contradicción, en la que el aspecto feudal, el fundamental, será negado por el otro aspecto que se desarrolla, el capitalista. Los Estados ingles y holandés surgidos de las revoluciones burguesas del siglo XVII, aunque hayan derrotado a las monarquías absolutas, su política comercial tiene un carácter absolutista, es el absolutismo de las burguesías holandesa e inglesa, al imponer su dominio de clase. Así pues, conceptualmente, el absolutismo no solo es aplicable a las monarquías, sino también a las revoluciones burguesas del siglo XVII.

Esa lucha de contrarios en el mercantilismo se agudiza cuando supone un freno al desarrollo de la sociedad. En esta etapa surgen posiciones contrarias y reformadoras del mercantilismo; desde quienes pretendían una vuelta al feudalismo caballeresco, clases aristocráticas feudales desplazadas por el absolutismo, sectores de clase gremiales; sectores de clase con pretensiones reformadoras, vinculadas al estado absolutista, que perpetúen el sistema: aristocracia absolutista, burguesía mercantilista, grandes propietarios terratenientes feudales; y quienes abogaban por un desmantelamiento de todo el sistema; sectores de la pujante burguesía industrial. Entre los reformadores del sistema absolutista, los fisiócratas son críticos con el mercantilismo, representan una superación de este, pero consideran a la agricultura como la mas importante actividad económica, la industria es una actividad secundaria y subordinada a la primera. En lo esencial no supone una ruptura con la base objetiva del feudalismo; el campo. Para los fisiócratas, lo que se conocía de la China del XVIII, constituía un modelo por el que tenían gran admiración. (Como hemos apuntado ya, la sociedad China se la puede considerar un modelo de sociedad mercantilista, que se ajustaría al modelo social de los fisiócratas.). Son las teorías liberal burguesas desarrolladas por Adam Smith, en Riqueza de las Naciones, las que suponen una ruptura política e ideológica con el mercantilismo, con el antiguo régimen; objetivamente estaba en marcha esa ruptura con el desarrollo de la revolución industrial, el capitalismo en Inglaterra y Francia. El pensamiento liberal burgués, representa las posiciones políticas e ideológicas de la emergente y cada vez mas fuerte burguesía industrial, frente a las posiciones de la burguesía comercial, que pretendía perpetuar el sistema mercantilista y de las clases feudales.

Hay un artículo escrito por Marx en 1848, una de esas “perlas doradas”, como el tan denostado “Prologo a la Contribución de la Economía Política”; “La burguesía y la contrarrevolución”, que sintetiza con claridad meridiana, la concepción dialéctica, materialista histórica, marxista de las revoluciones burguesas:
“Conviene no confundir la revolución de Marzo en Prusia con la revolución inglesa de 1648 ni con la francesa de 1789.
En 1648, la burguesía, aliada con la nueva nobleza, luchó contra la monarquía, contra la nobleza feudal y contra la Iglesia dominante.
En 1789, la burguesía, aliada con el pueblo, luchó contra la monarquía, contra la nobleza y contra la Iglesia dominante.
La revolución de 1789 había tenido su prototipo (por lo menos en Europa) únicamente en la revolución de 1648, y la revolución de 1648 lo había tenido únicamente en la sublevación de los Países Bajos contra España. Comparada con su prototipo, cada una de estas revoluciones se había adelantado un siglo, y no sólo en el tiempo, sino también por el contenido.
En ambas revoluciones, la burguesía era la clase que encabezaba realmente el movimiento. El proletariado y las capas de la población urbana que no pertenecían a la burguesía no tenían aún intereses separados de la burguesía o no constituían aún clases o sectores de clase con un desarrollo independiente. Por eso, donde se enfrentaban con la burguesía, como en Francia en 1793 y 1794, luchaban sólo por la realización de los intereses de la burguesía, aunque no a la manera burguesa. Todo el terrorismo francés no fue sino un procedimiento plebeyo para ajustar las cuentas a los enemigos de la burguesía: al absolutismo, al feudalismo y a la pequeña burguesía.
Las revoluciones de 1648 y de 1789 no fueron revoluciones ni inglesa, ni francesa; fueron revoluciones de estilo europeo. No representaban el triunfo de una determinada clase de la sociedad sobre el viejo régimen político; eran la proclamación de un régimen político para la nueva sociedad europea. En ellas había triunfado la burguesía; pero la victoria de la burguesía significaba entonces el triunfo de un nuevo régimen social, el triunfo de la propiedad burguesa sobre la propiedad feudal, de la nación sobre el provincialismo, de la concurrencia sobre los gremios, de la partición sobre el mayorazgo, del sometimiento de la tierra al propietario sobre el sometimiento del propietario a la tierra, de la ilustración sobre la superstición, de la familia sobre el linaje, de la industria sobre la pereza heroica, del derecho burgués sobre los privilegios medievales. La revolución de 1648 fue el triunfo del siglo XVII sobre el XVI, la revolución de 1789 fue el triunfo del siglo XVIII sobre el XVII. Esas revoluciones expresaban mucho más las necesidades del mundo de entonces que las necesidades de aquellas partes del mundo en que se habían desarrollado, es decir, de Inglaterra y Francia.”

En el artículo de Marx, se apuntan ideas que existían en la historiografía de mediados del siglo XIX sobre las revoluciones burguesas, pero Marx les imprime la concepción dialéctica, dinámica de las sociedades humanas. Presenta de manera sintética, las etapas de desarrollo de las Revoluciones Burguesas en Europa y como en función de las condiciones objetivas, del desarrollo del capitalismo y la burguesía, las clases reaccionarias absolutistas pueden llegar a liderar “revoluciones desde arriba”.

El estado es un instrumento de dominación que refleja las condiciones de la lucha de clases. En Inglaterra, tras la revolución de 1648, aunque ha sido derrotada la monarquía absoluta, el Estado sigue siendo feudal, es el resultado de la alianza entre la burguesía, clase dominante y sectores de aristocracia feudal anti absolutista. En Francia, aunque el estado es un instrumento de dominación del la monarquía absoluta, la burguesía, como hemos mencionado, participa en el control y gestión de ese estado. Esta visión dialéctica del Estado en la etapa absolutista, que lo muestra como un órgano de dominación tanto burgués como de la monarquía absoluta, es objeto de controversia entre sectores marxistas; veamos la siguiente cita de El Estado Absolutista de P. Anderson:
“La controversia acerca de la naturaleza histórica de estas monarquías persiste desde que Engels, en una frase célebre, determinó que eran el producto de un equilibrio de clase entre la vieja nobleza y la nueva burguesía urbana: “Sin embargo, por excepción, hay periodos en que las clases en lucha están tan equilibradas (Gleichgewicht halten), que el poder del Estado, como mediador aparente, adquiere cierta independencia momentánea respecto a una y otra. En este caso se halla la monarquia absoluta de los siglos XVII y XVIII, que mantenía a nivel la balanza (gegeneinander balanciert) entre la nobleza y el estado llano” (El origen de la familia la propiedad privada y el Estado). ...Las monarquías absolutas introdujeron unos ejércitos y una burocracia permanentes, un sistema nacional de impuestos, un derecho codificado y los comienzos de un mercado unificado. Todas estas características parecen ser eminentemente capitalistas, y como coinciden con la desaparición de la servidumbre, institución nuclear del promitivo modo de producción feudal en Europa, las descripciones hechas por Marx y Engels del absolutismo como un sistema estatal que representa un equilibrio entre la burguesía y la nobleza, o incluso un dominio abierto del mismo capital, han parecido con mucha frecuencia plausibles. Sin embargo, un estudio más detenido de las estructuras del Estado absolutista en Occidente niega inevitablemente la validez de tales juicios”
Anderson niega la validez de tales juicios por la persistencia de las relaciones feudales en el Estado absolutista; evidentemente si no existiesen relaciones feudales, el estado sería capitalista o esclavista. Anderson no considera que en un determinado estado, en este caso el Estado feudal, hay lucha de contrarios; lucha entre modos de producción distintos y entre las clases que representan dichos modos de producción. Hasta el colapso del sistema feudal, en la etapa de la Edad Media (siglos XIV y XV); el estado es feudal, basado en la servidumbre y con una aristocracia señorial como clase dominante. Tras el derrumbe del sistema feudal “clásico”, comienzan a desarrollarse unas nuevas relaciones de producción, basadas en la economía mercantil. El Estado absolutista es el marco político en el que se desarrolla el nuevo modo de producción y las clases que representa, la burguesía. Es esta situación objetiva de lucha de contrarios entre dos sistemas, dos modos de producción, uno caduco y otro que emerge, con la lucha política e ideológica de dos clases que representan a dichos sistemas, lo que imprime al aparato de dominación, el Estado, ese carácter específico del que hablan Marx y Engels en relación con el Estado Absolutista.

En este trabajo hemos intentado de manera sintética, casi esquemática, exponer un conjunto de ideas fruto del trabajo de investigación multidisciplinar, de los grupos de trabajo de materialismo histórico, de economía política y materialismo dialéctico del Friends Marx Group, con un doble objetivo; establecer unos criterios ideológico metodológicos para el desarrollo de los trabajos de análisis del Friends Marx Group; y dar traslado a quien muestre interés por estos temas, para generar debate y desarrollo de ideas, que permitan superar concepciones erróneas que atenazan el pensamiento revolucionario. Nuestro trabajo no obedece a un interés meramente erudito, de conocer la realidad, de tener una correcta interpretación de la misma. Nuestro objetivo es conocer la realidad para transformarla. De ahí las ideas fundamentales de nuestro análisis, al caracterizar el socialismo, como una etapa de desarrollo del capitalismo, en la que se desarrollan las condiciones objetivas de la nueva sociedad y a la Revolución Cultural, como una etapa en la que se desarrollan las condiciones políticas e ideológicas para el triunfo del comunismo.

15 de septiembre de 2008

martes, 2 de septiembre de 2008

El Triunfo de Marx (Parte 2)

En China, como en la URSS, el desarrollo del socialismo no estaba exento de contradicciones y problemas. Quizás los mas graves, en un primer momento, eran los acaecidos entorno a la contradicción entre el campo y la ciudad; la socialización del mundo rural. El acelerado proceso de industrialización de la Republica Popular China, a la menara de la URSS, desencadenó fuertes contradicciones, entre las ciudades donde se concentraban la industria pesada y el campo, que constituía la base económica y social de China. A diferencia que en la URSS, la tarea de socializar el campo se presentaba a los comunistas chinos una tarea ímproba, por la enorme población dedicada a la actividad agrícola y la escasa penetración capitalista en la manera de producir de los campesinos chinos.

En la URSS, coexistían 2 tipos de organización de la propiedad en el campo; los sovjoses o granjas estatales, cuya base eran las grandes explotaciones agrícolas expropiadas a los terratenientes, en las que trabajaban campesinos asalariados; y los koljoses, cooperativas constituidas con las pequeñas y medianas explotaciones creadas tras el reparto de tierras expropiadas a los terratenientes feudales entre los campesinos, las explotaciones de las tradicionales comunidades campesinas y las incipientes pequeñas y medianas explotaciones agrarias capitalistas. Aunque la esencia del proceso de socialización del campo en China y la URSS es el mismo, existe una diferencia sustancial. En Rusia, la transformación del campo estaba mucho mas avanzada que en China, pues existía una mayor penetración de las relaciones capitalistas en la producción agraria. Tras la revolución de 1917, las tareas de los comunistas rusos fue durante una década, las de culminar la revolución burguesa, acabar con los restos de las relaciones feudales que aún pervivían en el campo ruso. Es a finales de los años 20 y en los años 30 cuando la URSS da un salto cualitativo e inicia la socialización, desarrollando la colectivización del campo ruso. Esta ha sido una de las medidas más controvertidas, de las llevadas a cabo por el estado socialista soviético. Objetivamente, la medida adoptada era necesaria y adecuada si se quería impulsar la productividad del campo al tiempo que transformar la sociedad campesina; era imprescindible acabar con la pequeña o mediana explotación campesina. Sin ninguna duda la colectivización encontró una fuerte resistencia entre los pequeños y medianos propietarios de explotaciones agrarias (los kulaks), desencadenando una dura lucha de clases que, por un lado provocó una caída de la producción agraria (algo previsible, por lo que la colectivización no se inició hasta que la capacidad productiva de los sovjoses y los kolsoses, fuese tal que pudiese responder a la reducción de la producción de los kulacks) y una dura represión política contra los kulaks, represión que puede ser discutible en cuanto a formas y maneras, pero que era políticamente inevitable.

Paradójicamente, la revolución socialista en Rusia supuso, hasta la socialización del campo, una tabla de salvación para los pequeños y medianos campesinos rusos, pues pudieron mantener y desarrollar una actividad mercantil en las zonas rurales y con las industrializadas ciudades, al tiempo que recibían ayuda en forma de maquinaria, abonos etc. del estado. ¿Cuál era la situación en los países capitalistas?. La crisis de los años 30, supuso la ruina de millones de pequeños y medianos campesinos que fueron expropiados por los bancos; obligados a abandonar sus tierra, son arrojados a los brazos de la miseria: se ofrecen como mano de obra barata para trabajar en las grandes explotaciones agrícolas o son desplazados a los centros urbanos e industriales donde son contratados en pésimas condiciones o pasan a engrosar las filas de los parados. Esta situación generó protestas que fueron duramente reprimidas por el aparato de estado capitalista. Un magnífico testimonio de esta época en Estados Unidos, nos lo ofrece la novela de John Steinbeck Las Uvas de La ira.

Ambos procesos, en la URSS y EEUU (y el resto de países capitalistas), responden a una necesidad objetiva de socializar el campo, concentrar la pequeña propiedad campesina, improductiva e ineficiente, y crear grandes explotaciones agrarias. La gran diferencia estriba en que en la URSS es un proceso consciente y planificado dirigido por el proletariado, donde al pequeño y mediano propietario campesino se le da la posibilidad de integrarse en unidades de explotación superiores; el que se resiste es expropiado sin contemplación. En los países capitalistas el proceso es anárquico, donde impera la lógica capitalista, siendo los sectores más débiles los mas duramente golpeados, generando como ya hemos dicho ruina y miseria en amplios sectores de la población. Esta es la lógica que se ha impuesto y ha dominado la transformación del campo en la inmensa mayoría de países dependientes, colonias y semicolonias. Los arrabales de las grandes urbes dan buena fe de ello.

Los primeros pasos dados por los comunistas chinos para poner las condiciones necesarias para el desarrollo del socialismo, se dieron durante la guerra revolucionaria; en las zonas liberadas los grandes terratenientes eran expropiados y las tierras entregadas a los campesinos. Medidas que continuaron tras la proclamación de la República Popular en 1949 en todo el territorio chino, completando así las tareas de la revolución burguesa iniciadas a principios de siglo con la revolución de 1911. Es el periodo de la Revolución de Nueva Democracia. Simultáneamente comenzaban a tomarse medidas para impulsar el socialismo; en los grandes centros urbanos, donde se concentraba la industria, se expropian las grandes empresas industriales, pasando a manos del nuevo estado socialista chino. En el campo, la socialización vino de la mano primero de las cooperativas agrícolas y posteriormente de las comunas populares. La excesiva fragmentación del suelo agrícola en pequeñas o medianas explotaciones, base productiva para la subsistencia o para la producción de un excedente que sostenía una actividad mercantil con las ciudades costeras chinas, suponía un freno al desarrollo de las fuerzas productivas en el campo y por tanto la superación del milenario sistema productivo chino. De ahí la necesidad de concentrar la propiedad de la tierra en unidades de explotación que permitieran un mayor aprovechamiento del suelo, mejorando la renta agraria, mediante una mas eficiente organización del trabajo agrario y una tecnificación del mismo con introducción de maquinaria agrícola, abonos y técnicas de cultivo.

El importante desarrollo industrial de China en los 50 y 60, escasamente revertía en el campo. Esta situación generó fuertes contradicciones sociales entre sectores de población campesinos y los sectores vinculados a la pujante sociedad urbana e industrial China. Las medidas colectivizadoras no resolvían los problemas endémicos del campo chino. La colectivización, la concentración de las explotaciones agrarias en unidades superiores, si no va acompañada de un proceso de tecnificación del trabajo, no redunda en el incremento de la capacidad productiva. Si agrupamos en una cooperativa mil pequeñas explotaciones con una capacidad productiva limitada, lo que obtendremos será una gran explotación agraria, con la misma capacidad productiva limitada. Solo las zonas agrarias circundantes a las ciudades costeras e industriales chinas se beneficiaban del desarrollo industrial (maquinaria agrícola, abonos etc), con incrementos notables de la capacidad productiva; el resto de la población, la inmensa mayoría del mundo rural chino continuaba con la limitada capacidad productiva y el consiguiente atraso social. Se había producido un importante avance, al abolir las relaciones feudales, pero las condiciones objetivas se mantenían. Mao, el partido comunista chino, eran conscientes de esta situación, por lo que adoptaron medidas drásticas que rompieran con este estado de cosas en el campo, en la estructura económica de la joven República Popular China. El Gran Salto Adelante, supone la adopción de un conjunto de medidas destinadas a impulsar la industrialización del campo y romper la vieja estructura mercantilista china, que establecía un equilibrio basado en el intercambio de los excedentes del campo y las producciones artesanales y manufactureras de las ciudades chinas. En esta situación de equilibrio inestable, el amplio campo interior chino y la enorme población a el vinculado, se veía golpeado frecuentemente por hambrunas, tras un periodo de malas cosechas. En lo esencial, el objetivo del Gran Salto Adelante es culminar las tareas de la revolución burguesa hacer la revolución industrial en China, e impulsar el desarrollo del socialismo. Objetivamente las medidas adoptadas eran socialmente necesarias, si se quería transformar la sociedad china. Las contradicciones y problemas que surgieron con el Gran Salto Adelante, se debieron a varios factores que no negaban las medidas tomadas, sino al contrario confirmaban su necesidad. Quienes oponían resistencia a las medidas eran, fundamentalmente sectores campesinos apegados a la vieja sociedad china que veían peligrar su poder, su estatus, con la industrialización del campo. En las ciudades, los sectores remisos al gran salto adelante lo componían aquellos que defendían un planteamiento economicista: desarrollar la industria pesada, concentrar los recursos en esta tarea desdeñando la situación de los campesinos. Esta era la línea defendida por la URSS, por N. Khrushchev y por importantes sectores dentro del partido comunista. Sin embargo esta no fue la línea desarrollada por el PCUS, por Stalin en los años 20, 30. Como hemos visto, esta línea obedecía a un planteamiento materialista dialéctico del problema, cuya base objetiva fue rigurosamente analizada por Lenin en el Desarrollo del Capitalismo en Rusia. Khrushchev, los nuevos gerifaltes del PCUS defendían, con respecto a China y el resto de países dependientes, colonias y semicolonias un planteamiento unilateral; en unos casos poner el peso en el desarrollo de la industria pesada y en otros el desarrollo del sector agrícola. Esta es la base política e ideológica del social imperialismo; el imperialismo en los países coloniales o dependientes, desarrolla estructuras económicas que sirvan a sus intereses particulares imperialistas, si no, retiran el apoyo técnico y financiero como hizo la URSS con China.

Durante el periodo del Gran Salto Adelante, a finales de los años 50, principios de los 60, el campo chino se vio afectado por una época de sequías que provocó una reducción de la producción agrícola, con consecuencias nefastas para amplios sectores de población que se vio afectada por la hambruna. Durante cientos de años este era un problema endémico del campo chino, que como hemos mencionado es fruto de una estructura económica dependiente e inestable. Con Gran Salto Adelante o sin Gran Salto Adelante, con Revolución o sin Revolución, la hambruna de principios de los 60, difícilmente se podía confrontar por la sociedad china. Los poco más de 10 años transcurridos desde la toma del poder por los comunistas chinos, se hacían del todo insuficientes para superar la vieja y profundamente arraigada estructura económica y poner las condiciones que permitieran afrontar situaciones adversas como las sufridas por el campo chino. El Gran Salto Adelante, representaba esas condiciones, de hecho supuso el desarrollo de las bases objetivas para acabar con las futuras hambrunas. Pero su aplicación no estuvo exenta de errores y contradicciones. La crítica mas certera al Gran Salto Adelante, vino ni mas ni menos que del propio Mao Tse Tung, al afirmar que la “naturaleza no da saltos por encargo”. Esto supone una profunda crítica a la visión unilateral, al incidir en los factores subjetivos a la hora de impulsar el desarrollo industrial en China. El marcarse el objetivo de industrializar China y alcanzar a Inglaterra en quince años, movilizando a millones de personas sin tener en cuenta las condiciones objetivas, obedece a un planteamiento idealista. Estos errores de subjetivismo, las consecuencias de dichos errores en la aplicación del gran salto adelante, fueron aprovechados por los sectores campesinos que se oponían a las transformaciones del campo, para criticar duramente a Mao, desencadenando una confrontación política que se saldó con la derrota de la línea conservadora campesina. La línea que ponía el peso en lo objetivo, salió reforzada e impulsó un desarrollo unilateral de las fuerzas productivas, es decir de la industria pesada y del campo vinculado a las grandes ciudades costeras. Durante este periodo, se produjo un formidable desarrollo de las fuerzas productivas; los centros industriales concentrados en las grandes urbes costeras y las comunas agrícolas próximas a estos centros incrementaron notablemente la producción. A pesar del importante desarrollo económico de los años 60, se mantenía la contradicción con el extenso campo chino que albergaba a cientos de millones de campesinos pobres. La línea dialéctica que representaba el Gran Salto Adelante, de desarrollo industrial del campo sufrió un frenazo. Aunque en un primer momento era correcto el rectificar y desmantelar algunas comunas populares, de manera transitoria, hasta que se pudieran dotar de medios técnicos para incrementar la capacidad productiva; en la práctica se convirtió en línea política, que condenaba a la inmensa mayoría del campo chino a la pobreza, mientras en las ciudades se desarrollaba una floreciente sociedad urbana industrial. Se estaba imponiendo la vía burguesa del desarrollo social frente a la vía dialéctica del proletariado. Mao, una vez mas, viendo que la contradicción con el campo no se resolvía, al tiempo que en las ciudades se desarrollaba una nueva casta social, al calor del desarrollo industrial, del desarrollo del socialismo (como la que había surgido en la URSS); impulsó un movimiento político e ideológico, que atacara los dos aspectos de la contradicción: La Gran Revolución Cultural Proletaria.

En 1966, la contradicción principal era la que representaba la vía burguesa del desarrollo social, en todos los aspectos: político, ideológico, económico. Para confrontar dicha contradicción era preciso impulsar un movimiento social amplio, en el que participaran todos los sectores de la sociedad china. En la primera fase del movimiento, fueron los jóvenes, los estudiantes quienes desencadenaron la lucha abierta de los contrarios, sometiendo a crítica, sin limitaciones de ningún tipo, a todo lo que representara status político y social. Desde representantes y gestores de la cultura, la enseñanza, las fábricas, hasta dirigentes locales, del partido comunista y del gobierno del estado. Este proceso incontrolado e incontrolable, generó, desorden y “caos social”. Eso que desde el mundo liberal burgués es anarquía social, en esencia es autentica democracia popular. El liberalismo burgués, entiende la democracia como un proceso ordenado, tranquilo, sin sobresaltos. De ahí que las elecciones democrático burguesas, que se organizan cada cuatro años, aparentemente pretenden ser un periodo en el que se desata la crítica y la confrontación política pero, están completamente constreñidas, controladas, limitadas por el marco demócrata burgués. En una situación de libertad, como la que se desencadenó en la GRCP, se producen descontrol y excesos que afectan tanto a quienes defienden posiciones correctas como a quien sostiene posiciones erróneas. Es el propio proceso democrático, en el que interviene la vanguardia revolucionaria del proletariado, el que corrige los excesos y derivas irracionales, mediante la lucha política e ideológica. Los excesos y errores que se cometieron durante la GRCP, son una ínfima fracción de los que se cometieron durante la Revolución Francesa, sin embargo esta ultima es enzarzada y celebrada por el pensamiento liberal burgués como un gran acontecimiento histórico. Desde nuestro análisis materialista histórico, en lo esencial, ambas revoluciones responden a manifestaciones objetivas y subjetivas concretas, fruto de unas mismas leyes objetivas del desarrollo histórico. Posiblemente en un futuro la GRCP, será celebrada como un acontecimiento fundamental en la historia de China y de todo el mundo. Durante la GRCP, la línea que representa la vía proletaria, dialéctica, del desarrollo social de China, adquiere un nuevo impulso e incide nuevamente en resolver la contradicción entre el campo y la ciudad. Para ello, millones de jóvenes estudiantes, obreros e intelectuales que habían participado en la GRCP, fueron movilizados hacia las zonas mas atrasadas del mundo rural Chino con un claro objetivo de dar un nuevo impulso al desarrollo del socialismo en el campo, con mano de obra cualificada y un elevado nivel de conciencia. ¿Porqué esa insistencia de Mao en desarrollar el campo, en superar la contradicción con la ciudad?. Porque históricamente en China esta contradicción había sido fuente de estancamiento social y subdesarrollo; el campo produce alimentos y materias primas que son intercambiados por productos industriales de la ciudad, y el escaso excedente es intercambiado en mercados exteriores. Como hemos comentado es una forma asiática de mercantilismo, (el llamado modo de producción asiático) que se mantuvo estable y no avanzó hacia la revolución industrial.

A mediados de los 70, en China existía un tejido de miles de pequeñas y medianas empresas industriales creadas en el campo, con una gran capacidad de la llamada producción de industria ligera. Lo que había supuesto, en la practica un gran salto en el desarrollo del socialismo en el otrora atrasado campo chino. Mientras en los países capitalistas desarrollados y los llamados países de socialismo real (URSS y Estados del este de Europa), se desencadenaban las contradicciones y entraban en crisis (ver parte 1 de este artículo); en China, el modelo económico desarrollado tras la revolución cultural desplegaba un gran dinamismo social en la inmensa mayoría del territorio Chino, en el que, no solo los aspectos económicos eran responsables de ese dinamismo, sino también aspectos ideológico, culturales, educativos, sanitarios, de organización, gestión etc. Muchos de esos “experimentos sociales”, han sido adoptados en los países capitalistas, por necesidades objetivas, a raíz del desarrollo de la llamada sociedad de la información (nuevas técnicas de organización y dirección de empresa, modelos de enseñanza etc.) Esta es la base objetiva del impresionante y continuado desarrollo de la economía China hasta la actualidad.

En 1976, tras la muerte de Mao, se desencadena nuevamente la lucha de contrarios y se impone la vía burguesa del desarrollo social. Quienes representaban la línea proletaria en el partido comunista y en el conjunto de la sociedad china, son reprimidos y apartados de cualquier responsabilidad política. Es un episodio mas de la Revolución Cultural, entendida esta como periodo histórico (la GRCP acabó formalmente en 1969), pero en este caso es la línea derechista la que asesta el golpe a la línea proletaria. A partir de 1977 se intenta recomponer el modelo de desarrollo socialista a la soviética; se pone el peso una vez mas en impulsar la gran industria urbana (recomponer “los estragos de la Revolución Cultural”), pero este modelo estaba caducado. La URSS persistía en su modelo de desarrollo, aunque ya empezaba a mostrar síntomas de agotamiento, las contradicciones no estallarán hasta una década después. Los estados capitalistas occidentales, que en esencia desarrollaron el mismo modelo económico que la URSS después de la crisis de los 30; a finales de los 70, principios de los 80 se encontraban inmersos en una aguda crisis, que los llevaría a un proceso de reconversión del modelo industrial de desarrollo. En China, la línea social burguesa, toma conciencia de las nuevas condiciones objetivas y cambia su política, llevando a cabo “reformas económicas”, es decir la reconversión industrial que se ponía en práctica en los países capitalistas. La reconversión industrial, desencadenaría en China conflictos, como en los países capitalistas y en la URSS, pero las consecuencias serían distintas fundamentalmente porque la línea proletaria, había desarrollado, a raíz de la GRCP, las condiciones objetivas para superar las contradicciones del sistema: un amplio proceso de descentralización industrial, con la creación de miles de pequeñas y medianas industrias en el campo. Estas serían las medidas que en esencia se pondrían en marcha en los países capitalistas, pero evidentemente con un contenido liberal burgués y una base tecnológica más desarrollada. Los sucesos de Tiananmen de 1989, son consecuencia, principalmente de la crisis del modelo social burgués, que estaba siendo desmantelado por los nuevos dirigentes chinos. Fue un fenómeno urbano, vinculado a las grandes zonas industriales en crisis. La base política e ideológica de dicho movimiento es la misma que desencadenó en los países del este de Europa y la URSS, una movilización amplia de la población descontenta por la crisis económica contra el orden existente. Dicha situación fue aprovechada por sectores liberal burgueses para imponer, una nueva vía burguesa para resolver las contradicciones con consecuencias nefastas para la población durante mas de una década, en la ex URSS y países del este de Europa. Sin embargo existe una diferencia sustancial entre la situación de China y la URSS; y son las condiciones objetivas creadas por la GRCP, por la línea proletaria, que permitieron un desarrollo industrial de nuevo tipo del que se beneficiaban las amplias masas campesinas, masas que no se sentían identificadas con un movimiento social urbano como el que llevó a los sucesos de Tiananmen. Paradójicamente, la tan denostada GRCP por los social burgueses Chinos, a la larga fue la que los libró de la “vía soviética” del colapso, al tiempo que ponía las condiciones para un nuevo impulso de la vía burguesa del desarrollo social. Se crean nuevas zonas industriales, al tiempo que se ofrecen el enorme tejido industrial de pequeñas y medianas empresas creadas por la política impulsada por la GRCP, a la inversión de capital externo. Objetivamente, el desarrollo social en China, en la actual Rusia, en EEUU; en todos los países capitalistas desarrollados y semi desarrollados, obedecen a línea proletaria; pero política e ideológicamente, domina la línea de pensamiento burgués. Sin embargo el ser material determina la conciencia social, y la lucha política e ideológica de los contrarios impondrá una nueva línea de pensamiento; el pensamiento proletario, el pensamiento dialéctico.

2 de septiembre de 2008